Su casa estaba ubicada en la parte
baja de la ciudad de Paita que en ese entonces contaba con poco más de 5000
habitantes, pero ya había visto nacer a grandes héroes peruanos como los
Hermanos Cárcamo que pelearon junto a Gálvez en el Combate del 2 de Mayo. Según
cuenta la leyenda, su casa fue destruida totalmente por las fuerzas chilenas de
Patricio Lynch cuando entraron al puerto y en el saqueo lo quemaron en su
totalidad.
Por entonces, el Perú vivía una época
de inestabilidad e intrigas políticas que ocasionaban sublevaciones e intentos
de golpe de estado. El país acababa de salir de la primera guerra civil de su
historia republicana (enero-abril de 1834). En los años siguientes se desató la
guerra por el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana, y tras un
breve periodo de calma, surgieron las guerras entre restauradores y
confederados, que culminaron con el triunfo de los primeros en la batalla de
Yungay, el 20 de enero de 1839. El Perú y Bolivia volvieron a ser estados
separados. Se produjo entonces la Restauración en el Perú, asumiendo el poder
el mariscal Agustín Gamarra. Éste, obsesionado por anexar Bolivia al Perú,
invadió dicha república, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Ingavi,
el 18 de noviembre de 1841. Sucedió entonces la contraofensiva de los
bolivianos, que invadieron el sur peruano.
Fue entonces cuando el teniente
coronel Juan Manuel Grau Berrío (padre de Miguel Grau), entonces retirado del
servicio y dedicado al comercio, juzgó que debía retornar al ejército peruano
para defender a su segunda patria. Escribió a Lima a su viejo jefe y amigo, el
general Antonio Gutiérrez de la Fuente, ex Vicepresidente de la República que
ejercía el mando del Ejército del Norte, pidiéndole una colocación en filas. La
respuesta fue favorable. El general Gutiérrez de la Fuente, en carta del 6 de
enero de 1842, expresó al teniente coronel Grau que aceptaba sus servicios
"con entusiasmo" y lo llamó a la capital.3
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